jueves, 29 de septiembre de 2011

Campaña electoral

Ya comenzó la campaña.

Y esto “nadie lo amaña”.

Ya se adornan las calles.

Y será mejor que escuches y calles.

Hombres y mujeres van a la fiesta en la plaza mayor.

Todos alegres, nos espera un futuro mejor.

Niños y niñas juegan y saltan risueños.

Esto parece un sueño.

Todo es posible, nada imposible.

No hay promesa pequeña, y todo es plausible.

Y que mejor forma de empezar.

Saquemos los payasos a cantar.

Pero estos payasos dan miedo.

Tienen de sangre llenos cada dedo.

Vienen de bildustán los asesinos.

Y todos les hacen coros como cretinos.

La tele los aplaude y ensalza.

Y el de las cejas, sonríe, y solo una alza.

Y sus padres se rasgan las vestiduras.

Mas que nada, porque perdieron la investidura.

Sus padres tienen nombre de nabo.

Y no es por hacerles menoscabo.

Sus hijos, los asesinos, les quitan votos.

Por eso se mosquean los muy bellotos.

Los payasos asesinos piden perdón.

Cuando solo se merecen el paredón.

Perdón, tierra y paz queremos.

Y a matar y mutilar no volveremos.

Y los politicuchos se miran calculando.

Cuantos votos ganarán capitulando.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Control de distracción


Voy el otro día yo tan tranquilo conduciendo al limite 60km/h por una carretera de 3 carriles, cuando me distraigo mirando un cartel de esos electrónicos que ponen ahora para prevenir los atascos, pero que siempre te informan cuando estas metido en ellos hasta el cuello. Y me quedo mirando ensimismado intentando descifrar lo que el independentista del pepe, jefe supremo de la dgt, ha cagado por última vez, y es que por más que lo intento no lo controlo, allí en ese inmenso panel que nos habrá costado una fortuna, se puede leer en rutilantes luces brillantes lo siguiente “CAMPAÑA DE CONTROL DE DISTRACCIÓN”.

Y yo me pregunto, como coño se controla la distracción. Es más como hacen los señores picoletos para realizar tan anunciada campaña.

Mientras sigo conduciendo, seguramente distraído, a la suicida velocidad de 60km/h, mi calenturienta y malpensada  mente embadurnada de bilis, empieza a elucubrar sobre esta distraída campaña de pepe el independentista y al final después de unos instantes veo la luz.

Es que lo vivo.

Los señores agentes picoletos te dan el alto después de salir de su escondite, y mientras uno de ellos se cuadra a tu lado y te saluda muy educadamente, te pide los papeles del vehiculo. Mientras los buscas en la guantera entre el papel de los bocatas, las toallitas húmedas de los críos y mil porquerías más, ya te escamas pues no son la típica pareja de la gc si no que esta vez son cuatro, esto no es normal. Lo primero que piensas es que esto ha degenerado que antes iban en parejas y ahora montan orgías, y tu primer impulso involuntario es cerrar el ojete.

Después de dar por buena la documentación el agente te conmina a salir del vehiculo, “glups piensas, segunda cerrada de ojete”.

El picoleto mayor te informa:
-                     Señor, estamos realizando una campaña de control de distracción, ¿tiene usted algún inconveniente en someterse a esta prueba?
Un poco más calmado, “aunque la palabra someterse te ha hecho dar un respingo” balbuceas un tímido “no”, pensando en algún tipo de test psicológico. Ha estas alturas los otros tres agentes se han acercado a ti, estas rodeado.
-                     Bien – sigue el picoleto mayor – entiendo que no tiene usted inconveniente ninguno en someterse- “dichosa palabreja” – diga entonces “listo” cuando este preparado para empezar la prueba.

Tú, miras a uno y otro lado sin llegar a comprender del todo, pero al fin te armas de valor y dices:
-                     Listo
No has acabado de decir listo, cuando te sueltan una colleja por la espalda mientras gritan.
-                     ¡MOSCA!
Acojonado te vuelves hacia tu agresor, craso error, una segunda colleja te llega por detrás al grito de:
-                     ¡MOSCA!
-                     ¡OSTIA PUTA! – dices enervado, pero aun no has aprendido y te vuelves hacia tu último agresor.

Como es de esperar la tercera colleja te llega por detrás y acompañada del mismo grito. Ya se te inflan los cojones, sientes como tu sangre se vaporiza en tus venas. La vena del cuello se te infla y piensas “ni una más”. Haces ademán de girarte pero de nuevo vuelves la mirada hacía donde estabas y allí con la mano en alto pillas al que seria el autor de la cuarta colleja.
-                     Te pillé - dices sonriendo, al fin ganaste.

Pero mientras te vanaglorias de tu inteligencia, hay algo que no te cuadra, algo falla en esta estampa. Y mientras observas al autor en modo de tentativa de la cuarta colleja, al fin te das cuenta de lo que es, un sudor frío te recorre la nuca cuando te das cuenta de que el fulano lejos de preocuparse sonríe.
Y mientras sonríe, te dice:

- No dijiste mosca – mientras levanta su pierna a velocidad de vértigo impactándola en tu ingle.
Pero esto último ya no lo oyes, estas tendido en el suelo retorciéndote de dolor, cuando se te acerca el picoleto mayor y te dice:

-                     Muy mal, muy mal, esta usted muy distraído, tendré que multarlo ya que no pasó la prueba.

Ahora te duele el doble no solo te patearon los cojones si no que ahora te tocan la cartera, casi preferirías lo del ojete.